La interpretación simultánea es una de las actividades de comunicación más complejas que conocemos. Se trata de una traducción en tiempo real que no permite un fallo y requiere una combinación precisa de habilidades cognitivas y lingüísticas.
En este artículo te contamos cómo la neurociencia se ha convertido en un aliado clave, proporcionando nuevos conocimientos sobre cómo optimizar y comprender mejor estas funciones.
¿Empezamos?
El cerebro y la multitarea en la interpretación
Uno de los descubrimientos más fascinantes en neurociencia es cómo el cerebro enfrenta la multitarea. En la interpretación simultánea, el intérprete debe hacer malabares: escuchar, procesar, traducir y hablar, todo al mismo tiempo. Como bien señala Johann Hari en su libro «El valor de la atención», nuestro cerebro no está hecho para manejar varias tareas a la vez de forma natural, pero los intérpretes tienen que hacerlo sí o sí. Aquí es donde entra en juego la corteza prefrontal, que se encarga de coordinar y gestionar procesos complejos para que todo funcione sin problemas.
Los estudios recientes muestran que el cerebro de los intérpretes va más allá de la multitarea habitual. Es como si hicieran un «reparto de recursos» que les permite procesar la información entrante y mantener el ritmo sin perder el hilo. Este artículo de Mondo Agit lo describe a la perfección: los intérpretes desarrollan con el tiempo una capacidad superior de atención dividida, lo que significa que pueden concentrarse en la escucha activa mientras hablan y traducen simultáneamente.
Memoria de trabajo: el espacio de almacenamiento actual del intérprete.
La memoria de trabajo es la capacidad del cerebro para retener y manipular información de forma temporal. En la interpretación simultánea, esta habilidad se lleva al límite. Imagina a un intérprete que escucha una frase, la guarda en la cabeza mientras ya está procesando la siguiente y, al mismo tiempo, traduce todo en otro idioma. Un auténtico maratón mental.
Practicar la interpretación no solo mejora esta capacidad, sino que hace que el cerebro sea más flexible y adaptable. Los estudios sugieren que, cuanto más se entrena en contextos desafiantes, más fuerte se vuelve esta memoria. Como pasa con los músicos que repiten sus piezas hasta la perfección y terminan con reflejos y memoria afinados, los intérpretes también desarrollan una mente más ágil y resistente. Y lo mejor de todo es que este tipo de entrenamiento no solo mejora la fluidez al traducir, sino que ayuda a combatir la fatiga mental al automatizar el proceso.
Atención y control inhibitorio: mantener la atención bajo estrés
La atención es clave al interpretar, porque un mínimo descuido puede llevar a errores importantes. Gracias a la neurociencia, hoy contamos con técnicas como el neurofeedback, que puede ayudar a entrenar nuestra capacidad de concentración y mantener la calma bajo presión. Este método utiliza sensores para monitorear la actividad cerebral y dar retroalimentación en tiempo real, permitiendo al intérprete darse cuenta de cuándo su enfoque se desvía y ajustarlo de inmediato.
También entra en juego el control inhibitorio, una especie de guardián interno que bloquea distracciones y permite que el intérprete se mantenga centrado en su tarea. Practicar técnicas de meditación y mindfulness puede también ser una excelente manera de fortalecer este control, ayudando a los intérpretes a trabajar de forma más precisa y eficiente.
El futuro de la formación de intérpretes: neurociencia aplicada.
Como vemos, los avances en neurociencia están marcando un antes y un después en la formación de intérpretes. Incorporar ejercicios específicos para mejorar la memoria de trabajo, la atención y el control inhibitorio a través de la neurociencia permite que los intérpretes profesionales para las exigencias reales de su labor.
Este tipo de entrenamientos nos permiten reaccionar de manera más efectiva bajo presión. Y lo más prometedor es lo que se vislumbra en el horizonte: tecnologías como la interfaz cerebro-computadora (BCI) podría hacer posible un aprendizaje aún más preciso al ofrecer información en tiempo real sobre la actividad cerebral, lo que permitiría a los intérpretes ajustar y mejorar su rendimiento de manera más consciente y rápida.
Integrar estos conocimientos en la formación y el aprendizaje abre la puerta a un futuro donde la interpretación simultánea no solo será más precisa, sino también menos agotadora para los profesionales.
¡Suena a ciencia ficción, pero es una realidad!
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