El pasado 23 de abril celebramos el Día Internacional del Idioma Español y, para conmemorar tan insigne fecha, te traemos una serie de curiosidades sobre nuestra lengua que no te dejarán indiferente. A lo largo de siglos de historia, el español ha evolucionado y se ha enriquecido.
Tanto si eres traductor profesional como amante de los idiomas, te invitamos a explorar estos 5 datos curiosos del español que te harán apreciar aún más la riqueza de nuestra lengua.
¿Empezamos?
Un idioma global
Actualmente, más de 496 millones de personas hablan el español como lengua materna, lo que lo convierte en la segunda lengua del mundo por número de hablantes nativos (solo detrás del chino mandarín).
Si sumamos quienes lo han aprendido como segunda lengua o lo estudian, los hispanohablantes alcanzan alrededor de 595 millones a nivel mundial. Esto significa que aproximadamente un 6 % de la población mundial es hispanohablante nativa. El español es además idioma oficial en 21 países (en Europa, África y América) y se enseña como lengua extranjera en más de 110 países. ¿El país con mayor número de hispanohablantes? No es España, sino México, con más de 125 millones de habitantes, seguido de Colombia (~50 millones) y Estados Unidos (~50 millones, contando hablantes nativos y de herencia).
Las proyecciones del Instituto Cervantes indican que la cifra de hispanohablantes seguirá creciendo en las próximas décadas, llegando a su cenit alrededor de 2068 con unos 726 millones de hablantes. En resumen, el español es un idioma de alcance planetario, presente en todos los continentes y cada vez más relevante en la comunicación internacional.

Signos de apertura únicos
Si has aprendido otros idiomas, habrás notado que solo en español (y en lenguas estrechamente relacionadas con él) usamos signos de interrogación y exclamación dobles: «¿» al inicio y «?» al final (lo mismo con «¡!» para exclamaciones). Esta peculiaridad tiene su historia: fue la Real Academia Española quien introdujo los signos de apertura en el siglo XVIII, concretamente en la Ortografía de 1754, para evitar ambigüedades en la lectura.
En textos largos, es útil saber desde el comienzo si una frase es pregunta o exclamación, en lugar de descubrirlo solo al final. Esta innovación no se adoptó en otros idiomas: ni el inglés, ni el francés, ni siquiera lenguas hermanas como el italiano lo utilizan. El gallego los admite solo en casos de ambigüedad, y el catalán o el euskera directamente no los usan. Así, al igual que la letra «ñ», nuestros signos «¿¡» son marcas de identidad del español.
Podríamos decir que son una cortesía de nuestro idioma para con el lector, una ayuda visual que nos avisa del tono de la frase. Aunque en la era de internet algunos hispanohablantes a veces se saltan el signo de apertura (influenciados por el inglés), los traductores y profesionales de la lengua sabemos lo importante que es mantenerlos para conservar la claridad y la esencia de nuestros textos.
La «ñ»: la letra más icónica del español
Si hay una letra que simboliza al idioma español, esa es la «ñ». No existe en el alfabeto inglés ni en muchos otros idiomas, y se ha convertido en un emblema cultural de la hispanidad.
Esta letra proviene históricamente de la abreviatura de doble n: en la Edad Media, los escribas escribían una n pequeña sobre la otra (ñ) para indicar el sonido /ɲ/, que terminó evolucionando en la grafía única «ñ», con su característica virgulilla. Hoy, la «ñ» es tan importante que España ha defendido su preservación incluso en el mundo digital: en 1993, por ejemplo, se lanzó una campaña exitosa contra los estándares informáticos que no la incluían, bajo el lema “La Ñ también es gente”. Además, la presencia (o ausencia) de la virgulilla puede llegar a cambiar completamente el significado de las palabras. Si no, que se lo pregunten al «Año Nuevo»…

Entre los idiomas más rápidos del mundo
¿Sientes que los hispanohablantes “disparamos” las palabras cuando hablamos? No es solo una impresión tuya: estudios de lingüística han medido la velocidad del habla en distintos idiomas, y el español está entre los más rápidos del planeta. En promedio, hablamos a un ritmo de unas 7,82 sílabas por segundo, prácticamente empatados con el japonés (7,84 sílabas/segundo) como los idiomas más veloces conocidos. Esto significa que, al hablar español, articulamos más sílabas por segundo que un angloparlante (inglés ~6,19 sílabas/segundo) o que un germanohablante (alemán ~5,97).
¿A qué se debe esta rapidez verbal? Los lingüistas explican que el español tiene sílabas relativamente simples y con menos información individual, lo que nos lleva a pronunciar más sílabas que, por ejemplo, el alemán o el mandarín, para expresar una idea completa. Curiosamente, cuando se mide la información transmitida por segundo, todos los idiomas comunican de forma bastante pareja, lo que sugiere que cada lengua encuentra su equilibrio: el español “acelera” para compensar que cada palabra transmite un poco menos de información que, digamos, una palabra en inglés.
Como traductores, somos muy conscientes de esta velocidad cuando trabajamos con subtítulos o interpretación, donde el timing es clave. ¡El español corre a toda marcha, pero llega tan lejos como cualquier otro idioma!
Huellas del árabe: miles de palabras de origen andalusí
La historia del español está entrelazada con la de otros pueblos, y quizás ninguna influencia extranjera haya dejado tanta huella en nuestro léxico como la árabe.
Durante los siglos de al-Ándalus (711-1492 d.C.), el contacto entre árabe y castellano fue intenso. Se estima que más de 4.000 palabras del español provienen del árabe medieval. De hecho, alrededor de un 8% del diccionario español son arabismos. Muchas las reconocemos fácilmente porque comienzan con al- (que era el artículo “el” en árabe): almohada, algebra, algodón, alcoba, alcancía, alcalde, alcohol… También sin el al- tenemos palabras como ojalá (del árabe law šá Alláh, “si Dios quiere”), aceituna (zaytúna), azúcar (súkkar), tarea (ṭā‘irah, que significa “lo que está predestinado”) o hasta (del árabe ḥattá). Estas palabras llegaron al castellano a través del mozárabe, la lengua romance que hablaban los cristianos en territorio musulmán.
Incluso después de la Reconquista, muchos términos árabes quedaron arraigados porque no había equivalente en castellano para designar ciertos objetos, conceptos o tecnologías traídas por la civilización andalusí. Por ejemplo, la acequia para riego, la noria, el álgebra en matemáticas, o la misma palabra idioma (del árabe idioma, aunque esta vía el latín). Esta influencia árabe le da al español un sabor especial y diverso. Es posible que uses a diario palabras de origen árabe sin darte cuenta. Así que la próxima vez que digas ojalá pase algo, recuerda que, lingüísticamente, ¡le estás pidiendo a Alá que así sea!

En conclusión, el idioma español está lleno de sorpresas y curiosidades que lo hacen único. ¿Los conocías todos? ¿Cuál te ha llamado más la atención?
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