Con la consolidación de las plataformas de consumo de contenidos bajo demanda más populares como Nexflix, HBO, Amazon o Movistar+, las posibilidades laborales para dobladores y traductores audiovisuales se han visto incrementadas de manera exponencial.
Sin embargo, no todo es tan bonito como parece: el intrusismo, la mayor carga de trabajo y la precarización han aumentado en consonancia. Veamos cuál es la situación actual en el sector.
¿Qué significa la traducción audiovisual?
Como ya hablamos largo y tendido de los mecanismos implicados en el trabajo del doblaje y la traducción de subtítulos, no nos extenderemos en este apartado (puedes leerlo aquí).
Sin embargo, para el tema que nos atañe, conviene recordar que, dado que implica la integración de imagen y sonido, en este proceso no basta con traducir un determinado texto a otro idioma. Para empezar, se requiere de la habilidad y experiencia suficientes para sincronizar lo que se oye con los labios de los actores, con el fin de obtener el resultado más natural posible, incluso si se debe sacrificar literalidad en el camino. En el caso de los subtítulos, además, es necesario analizar la velocidad media de lectura del espectador y adecuarlo al estilo y formato del género en el que se trabaja para que los subtítulos sean prácticamente “invisibles” a sus ojos y no interfieran en la experiencia final.
A todo esto hay que añadirle las diferencias existentes entre los países de origen y destino del producto audiovisual, que obligarán a adaptar, en la medida de lo posible, las referencias culturales, los juegos de palabras, etc.
Todo esto requiere de un tiempo del cual habitualmente se carece.
¿Cómo es trabajar para plataformas de VOD?
Para empezar, dejemos una cosa clara. Si trabajas traduciendo subtítulos o doblando para una plataforma de VOD, en realidad no estás trabajando para una plataforma de VOD. Como bien explica la traductora Herminia Páez Prado en este interesante artículo de Xataka, la mayoría de las grandes plataformas subcontratan agencias intermediarias que se encargarán de contratar a los traductores necesarios para cada proyecto en calidad de autónomos, quedándose en el camino gran parte de los beneficios.
De hecho, si entras a trabajar en uno de esos proyectos se te exigirá la firma de un contrato de confidencialidad que no solo te impedirá difundir, como es lógico, cualquier tipo de información sobre el mismo, sino que tampoco te permitirá ponerte en contacto con otros traductores que formen parte del proyecto ni con el propio cliente si surge cualquier tipo de duda, lo cual puede dificultar la contextualización de la traducción y su consecuente calidad.
La mayor carga de trabajo también ha hecho que los plazos de entrega se reduzcan: de media, un capítulo de serie de unos 50 minutos suele tardar tres días en traducirse, mientras que para un largometraje el margen se extiende hasta las tres semanas. Sin embargo, estos plazos varían dependiendo de muchos factores, como la complejidad y ritmo de la pieza o el tiempo de recepción y el formato del material original, por lo que el resultado final es que en plataformas como Netflix se acaba trabajando con márgenes de 2-3 capítulos por semana si hablamos de doblaje, y de entre dos días y una semana (en el mejor de los casos) para traducciones.
Este excesivo celo por salvaguardar el contenido y minimizar los “spoiler”, unido a la necesidad de cumplir con plazos muy estrechos obliga a las intermediarias a dividir el proyecto entre varios profesionales que además ven limitada su posibilidad de comunicación. Resultado: se aumenta la posibilidad de que existan incoherencias de estilo y terminología entre las diferentes partes de la traducción, se incrementa la posibilidad de errores humanos, como el ya tristemente famoso “sicansíos”.
Un gran poder…
Desde que Netflix diese un puñetazo encima de la mesa del consumo audiovisual con su enorme catálogo de contenidos, su plataforma intuitiva y su precio asequible, parece que se ha abierto una grieta hacia una dimensión desconocida de la que han surgido otra infinidad de “Demogorgons” atraídos por el número creciente de espectadores ávidos de entretenimiento.
Cada día aparecen nuevas plataformas de contenido bajo demanda, y como no todos estos espectadores tienen la fortuna de dominar los idiomas originales de semejante cantidad de productos, el número de encargos en el sector del subtitulado y la traducción audiovisual ha alcanzado cifras récord históricas.
Podría hablarse de una época dulce dentro de esta aparente burbuja en continuo crecimiento, pero lo cierto es que, como ya hemos visto, este aumento en la demanda también trae aparejada una mayor presión sobre la labor de los traductores.
…conlleva una gran responsabilidad
Aunque aún queda mucho trabajo en el reconocimiento de la labor de los traductores audiovisuales, Netflix parece ser la plataforma que más mima este trabajo, siendo la única plataforma que cuenta con una regulación de las tarifas, y la única que exige la firma de todos los traductores en los créditos finales de cada uno de sus productos.
A pesar de los altos estándares de calidad que se suelen ofrecer, la alta demanda conlleva una reducción de los filtros de calidad y pasos de revisión posteriores a la entrega de la traducción, lo que puede aumentar el número de errores.
Por otro lado, el enorme volumen de trabajo obligó en su momento a Netflix, a lanzar una oferta de trabajo para traductores, abierta a cualquier persona independientemente de su formación. Para acceder a esta oferta bastaba con realizar un test incorporado en la plataforma Hermes, sin necesidad de mayor acreditación. En su momento, Scheherezade Surià ya nos habló de las implicaciones de este experimento en su blog En la luna de Babel. Actualmente, la plataforma Hermes ya no se encuentra operativa debido a la avalancha de solicitudes. ¡Qué, sorpresa!
Por otro lado, no debemos olvidar otras situaciones que, aunque anecdóticas, son un reflejo de la actual situación del sector, como la polémica generada alrededor de la traducción de los subtítulos de Roma, o el desliz producido por Movistar+ en uno de los capítulos de Shameless, que ha puesto de manifiesto cómo el fenómeno fansub (aficionados que realizan traducciones de subtítulos de manera desinteresada y gratuita) está afectando a las exigencias de profesionalidad y a las tarifas dentro del sector.
Por último, cabe destacar que asociaciones como ATRAE siguen luchando por denunciar este tipo de prácticas y porque se reconozca el importante papel que los dobladores y traductores audiovisuales juegan en la industria del entretenimiento.
Si queréis saber más sobre traducción audiovisual, podéis acceder a las últimas noticias sobre el sector a través de la Asociación de traducción y adaptación audiovisual (ATRAE).
También podéis poneros en contacto con nosotras a través de nuestro formulario para solicitar más información sobre nuestros servicios.
Como siempre, estaremos encantadas de ayudaros en todo lo que esté en nuestra mano.