Como ya avanzábamos en nuestro anterior artículo sobre la interpretación en tiempos del coronavirus, la situación de pandemia a la que nos enfrentamos ha supuesto un terrible varapalo para el sector. La cancelación de eventos presenciales ha obligado a una profunda reinvención del trabajo del intérprete, y muchos se preguntan si esta reinvención será permanente o puntual.
Una de las soluciones que ha cogido mucha fuerza es la Interpretación Remota en sus diferentes modalidades, que ya se venía haciendo un hueco como alternativa útil para ofrecer una interpretación de calidad en circunstancias especiales.
¿En qué consiste realmente? ¿Supone una amenaza para la interpretación presencial? ¿Requiere las mismas habilidades y equipos?
Desde Zesauro Traducciones intentaremos responderte en este artículo a estas y otras muchas preguntas.
¡Comenzamos!
¿Qué es la interpretación remota?
Como su propio nombre indica, la interpretación remota es un tipo de interpretación que se realiza en un entorno «virtual», en el que intérpretes y oradores no se encuentran en el mismo espacio físico. Esta puede ser:
- Interpretación telefónica.
- Interpretación consecutiva en vídeo.
- Interpretación simultánea remota.
Tradicionalmente se ha utilizado cuando las condiciones no son las adecuadas para realizar una interpretación presencial, como atenciones médicas a través de telemedicina, contextos judiciales, reuniones empresariales en las que las partes implicadas se encuentran en diferentes países sin posibilidad de traslado, etc.
Requisitos técnicos
Antes de ofrecer o aceptar una interpretación remota, debemos tener claras las condiciones en las que se va a llevar a cabo y, sobre todo, si estas son suficientes para cumplir los estándares de calidad.
Para garantizarlo, hay que contar con un equipo técnico adecuado, un ambiente tranquilo, una iluminación y un fondo que faciliten el visionado y, además, estar familiarizados con la plataforma o aplicación que vayamos a utilizar.
En cuanto al sonido, es recomendable trabajar con auriculares y micrófono que cuenten con aislamiento frente a ruido. Airpods o auriculares no profesionales interferirán en la calidad del sonido y en la capacidad de transmitir correctamente el mensaje. Además, conviene configurar nuestro equipo con medidas que eviten los picos de ruido ambiental que puedan dañar nuestros oídos.
Sobra decir que contar con una cámara de alta resolución y una pantalla de unas dimensiones suficientes son requisito indispensable cuando hablamos de interpretación remota, más aún si trabajamos con lenguaje de signos. En cualquier caso, conviene disponer siempre de una buena iluminación y un fondo neutro, preferiblemente gris azulado, o un «chroma key» que permita integrar la imagen de los intérpretes en la videoconferencia.
Una buena tarjeta de sonido, la suficiente CPU y un sistema operativo con las últimas actualizaciones favorecerá una sincronización óptima entre el sonido y la imagen y evitará un exceso de latencia, que no debería ser mayor de 500 ms. También es recomendable reiniciar el ordenador antes de comenzar cada sesión, además de no tener programas funcionando en segundo plano. Así evitaremos la aparición de ventanas indeseadas o actualizaciones que nos hagan pasar un mal rato.
Respecto al hardware, siempre es preferible una conexión de alta velocidad a través de un cable ethernet, evitando el uso de la red Wi-Fi, mucho más inestable. También conviene contar, si se puede, con una conexión de reserva —como el uso de datos móviles— para mayor seguridad, y un sistema de alimentación ininterrumpida (SAI) que garantice el suministro eléctrico en caso de sobrecargas o caídas de tensión.
Por último, es fundamental familiarizarnos con las diferentes alternativas de software que copan el mercado, pues nunca sabremos si un cliente nos solicitará información de cualquiera de ellas. Si bien la mayoría de las opciones son muy similares entre sí, es importante distinguir aquellas especializadas en interpretación remota, como Kudo, Interactio, Voiceboxer o Interprefy, con otras plataformas destinadas a la realización de videoconferencias —Skype, Google Meet o Zoom— que muchas veces no cuentan con los requisitos y funcionalidades necesarias para una adecuada labor de interpretación.
Pros y contras de la interpretación remota
La interpretación remota puede ser una interesante alternativa cuando existen barreras físicas o geográficas que hacen imposibles la realización de una interpretación in situ. Además, puede implicar un coste más económico, si bien no siempre es así. No olvidemos la inversión en equipos y personal técnico, además de que es preferible recurrir a un “Hub” o estudio cualificado que asegure las condiciones mínimas de calidad necesarias.
Podría parecer que la interpretación remota ha llegado para sustituir a la interpretación tradicional en tiempos del coronavirus, pero nada más lejos de la realidad. Debemos ser conscientes de que esta modalidad no deja de ser un recurso de respaldo, especialmente para pequeñas reuniones, pero que nunca sustituirá a la modalidad tradicional, fundamental e irremplazable en muchas situaciones.
La carga cognitiva y el estrés es mucho mayor en la interpretación remota, debido a la barrera física y psicológica inherente. Si se produce un fallo técnico, como intérpretes estaremos muy limitados para poder resolverlo. Además, no estar físicamente junto a los ponentes, incrementa la inseguridad y limita la comunicación no verbal de los participantes, o la comunicación general con los compañeros de cabina. Esto hará necesaria una reducción en los intervalos de trabajo de hasta el 50% y el incremento de los descansos. Esto es fundamental.
Por otro lado, salvo que se invierta en un equipo de cifrado en conexiones VPN, es difícil garantizar la confidencialidad cuando se trabaja en remoto, y desde luego, nunca será lo mismo que estar presentes en un mismo espacio.
Es muy importante, además, definir por contrato quién asumirá la responsabilidad de suministrar el equipo, las instalaciones y las plataformas y sistemas que vayamos a utilizar, ya que eso repercutirá en el coste final. La empresa organizadora debería asegurarnos un equipo técnico adecuado —es una locura pretender encargarse del soporte técnico y de la interpretación al mismo tiempo— y de un tiempo de espera suficiente para probar el equipo con antelación. Además, deberán facilitarnos la documentación previa y toda la información necesaria para preparar el evento con todas las garantías de calidad, como si de un evento físico se tratase.
En definitiva, no debemos ver la interpretación remota como una amenaza, sino como una oportunidad de expandir nuestros horizontes. No es una solución perfecta, pero está demostrando ser muy útil y práctica en circunstancias excepcionales como las que estamos viviendo y puede ser una alternativa muy válida en un futuro donde la tecnología acorta las distancias, y las videoconferencias, webinarios y encuentros virtuales están a la orden del día.
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