Personalmente, el mundo de la etimología es uno de los temas que más interés me despierta. Ya desde pequeña, el universo de las letras me parecía algo fascinante y aún recuerdo la sensación de euforia, ante la normalidad de los mayores, que sentí cuando leí mi primera palabra fuera del colegio: «Cuétara». No tuvo que pasar mucho tiempo para tener claro que mi vida estaría ligada a las letras. Recuerdo que siempre me preguntaba quién habría sido la persona que había puesto los nombres a las palabras que nos rodeaban y, por supuesto, qué era lo que le había llevado a utilizar ese sonido y esa grafía, y no otros. Más tarde, gracias a la ayuda de algunos libros, documentales y al estudio de griego y latín, lo comprendí todo mucho mejor.
Aunque el latín clásico perduró en el tiempo como lengua culta, del latín vulgar nacieron lenguas hermanas, llamadas lenguas romances, como el catalán, el francés, el italiano, el portugués, el provenzal o el rumano, con las que el castellano comparte la gran parte de las etimologías, algo que facilita en cierta medida el aprendizaje de estas lenguas y, por tanto, su traducción.
Cabe destacar que se denominan patrimonialismos a las palabras resultantes de la evolución del latín vulgar con respecto a determinadas leyes fonéticas; se denominan cultismos a las palabras del latín clásico que siguieron utilizándose directamente del vocabulario culto; y por último, se encuentran los semicultismos, que son palabras que no han alcanzado de forma completa su evolución y están entre las patrimoniales y las cultas. De una misma palabra latina nacieron una palabra culta o semiculta y otra patrimonial. A este fenómeno se le denomina doblete: los vocablos «causam», «ovum» y «portam», procedentes del latín, evolucionaron como «causa», «óvulo» y «portal» por la vía culta y como «cosa», «huevo» y «puerta» por la vía patrimonial.
Por otro lado, no sólo tenemos que agradecer al griego y al latín su herencia, sino también al árabe que una vez se habló en la península ibérica. Como cuenta la historia de nuestro rico pasado cultural, la conquista del reino visigodo por parte de dirigentes musulmanes del Califato Omeya se inició en el año 711. Los Omeyas ocuparon todo el territorio actual de la España peninsular y Portugal continental hasta 1492, más de 700 años en los que actualmente seguimos viendo el reflejo de aquellos días, no sólo en el léxico, sino también en su gastronomía o en su arquitectura. En Canal Sur, la cadena autonómica de Andalucía, emiten un programa muy interesante para aquellos que, como a mí, les encanta la etimología. Este programa se llama «La respuesta está en la historia» y mediante personajes del presente y del pasado van contando el origen del nombre de las palabras y gracias a quiénes las utilizamos en nuestro lenguaje:
http://alacarta.canalsur.es/television/programa/la-respuesta-esta-en-la-historia/159
A continuación, se muestran algunos de los múltiples nombres propios, comunes y adjetivos de nuestra lengua que provienen del árabe andalusí:
-Nombres propios:
Albacete > al-basīṭ: «el llano».
Alcalá > al-qal`a: «la fortaleza».
Algeciras > al-ŷazīra: «la península».
Alhambra > al-Qal’a al-hamra: «fortaleza roja».
Almuñécar > ins-al-Monacar: «ciudad rodeada de montañas».
Guadalajara > wad-al-hidjara: «río que corre entre piedras».
Guadalquivir > al-wādī ‘l-kabīr, «el río grande».
Medina Azahara > madīnat al-Zahrā: «la ciudad brillante».
-Nombres comunes:
Alcalde > al-qadi: «juez».
Almacén> al-majzan: «depósito».
Guitarra > gitara.
Jabalí > ǧabalî «cerdo» y ǧabal «montaña», cerdo de montaña.
Mozárabe > musta-rab: «arabizado».
Rincón > rukn: «recoveco».
Taza > tassah: «palangana», «jofaina».
Zoco > sūq: «mercado».
-Adjetivos:
Cafre > kafir: «infiel».
Carmesí > qirmizi: «rojo».
Chulo > shûl: «ágil», «dispuesto».
Gili > yahil: «inculto».
Mamarracho > muharrayj: «payaso».
Mequetrefe > mugatraf: «orgulloso», «petulante».
Mezquino > miskin: «pobre», «desgraciado».
Mulato > muwallad: «mestizo».
Somos los herederos de nuestra historia y de nuestra lengua, del mismo modo, las generaciones futuras serán herederas del patrimonio lingüístico que poseemos de antaño y del que se está generando hoy en día debido a la globalización y al idioma del presente, el inglés.